El pasado 31 de octubre de 2022, una persona que se dirigía hacia el refugio nos dio el aviso de que acababa de ver a un perro en unas condiciones lamentables. No estaba lejos. Un perro grande, pero que estaba en los huesos. Un perro ya mayor que de seguir en la calle seguramente no habría durado mucho más. ¿Cómo es posible que nadie, hasta ese momento, le hubiera visto? ¿Cómo es posible que nadie diera antes la voz de alarma? ¿Cómo es posible que una sociedad siga permitiendo estas cosas?
 
Cuando le recogimos lloraba, porque Huesos, que así le hemos bautizado, llora cuando le tocas, y eso te rompe el alma. No sabemos si lo hace de dolor, de agradecimiento o tal vez de ambas. Apenas supera los 22 kilos y es eso, un saco de huesos cubierto de piel. Pero debajo de todo eso hay un animal que siente, que sufre y que se agarra a la vida como buenamente puede. Es posible que nunca haya sentido una caricia como las que le dan nuestros voluntarios, es posible que haya sido maltratado. Sin muchas de sus uñas, con Leishmania, con una infección tremenda en una de sus patas, con heridas por todo el cuerpo, una anemia severa y con el alma rota.
 
Hoy publicamos este vídeo hartos ya de tanta indiferencia, de tanta gente que mira hacia otro lado, cansados de una sociedad a la que aún le queda mucho por avanzar en cuanto a protección animal se refiere. ¿Por qué nadie hace nada? A ti, querido amigo, decirte que la pesadilla ha terminado, que tus días en la calle han llegado a su fin. Te vamos a curar, al menos vamos a intentarlo. Te vamos a dar todo el amor que la vida te ha negado hasta hoy. Y vamos a seguir denunciando estas injusticias tantas veces como haga falta.
 
Este es Huesos y esta es su historia.