No podemos empezar esta publicación de ninguna otra forma que no sea pidiendo perdón. A Rex, a Camila, a Piraña, a Canela, a Pipa, a Amelie, a Mateo, a Mr. Socio, a Tana, a Tisa, a cada uno de los cachorros que nos habéis dejado víctimas del parvovirus durante estos últimos meses. Perdón por no haberlo conseguido, por haberos fallado. Os prometemos que lo intentamos hasta la extenuación. Tampoco queremos olvidarnos de ti, que aunque al final lo conseguiste no tuviste mucho tiempo para disfrutarlo. Descansa, Yayo. Durante este año 2019 que hoy termina nos habéis dejado el corazón roto en mil pedazos y os habéis llevado con vosotros un trocito de cada uno de nosotros. Os habéis ido sin conocer la comodidad de un sofá o el calor de un hogar. Y nos duele más de lo que os podáis imaginar. A veces la vida no es justa, a veces la vida duele. Desde donde estéis deseamos que nos sigáis recordando con el cariño con el que os recordamos nosotros desde este humilde refugio, que en 2020 cumplirá ya 25 años desde su apertura. Un cariño que permanece intacto y que se agranda para recordar vuestras victorias, la de Cisca, la de Colón, la de Celia, la de Calista, la de nuestro querido Bertín y la de nuestra eterna Candy, la de Ringo, la de Cristi, la del abuelo Otto, la del bueno de Aldrín y la de Cohete. Os pasasteis gran parte de vuestra vida con nosotros y por fin, en este año que hoy termina, lo lograsteis, encontrasteis una familia para siempre. Ya veis, el corazón de un voluntario está lleno de cicatrices. Os echamos de menos a todos.