La historia de Tigo es la historia del dolor y del hambre. Tigo fue encontrado en el aparcamiento de un conocido centro comercial de El Ejido. Durante días, cientos de personas le vieron, pero nadie reparo en él ni en su extrema delgadez. Apenas alcanzaba los 25 kilos cuando debería de estar por encima de los 50. Tampoco les importó su forma de caminar ni su cojera. Era un perro destinado a morir en la calle cuando lo único que él buscaba era ayuda. Pero por suerte aún queda gente con corazón y Karla le vio, le subió en su coche y se lo llevó a su casa. De ahí al veterinario y de nuevo vuelta a casa. Viendo que Tigo, así le bautizaron, no mejoraba e incluso el dolor que sentía iba en aumento, se pusieron en contacto con nosotros. El día que llegó al refugio lo hizo en camilla, porque era tanto el dolor que padecía y tan poca la masa muscular que tenía, que fuimos incapaces de hacerle caminar. Durante días le alimentamos, le cuidamos y fue visto por nuestro equipo veterinario. Le enviamos a hacer pruebas y el resultado no fue bueno. Presentaba caquexia, atrofia muscular y osteartrosis con subluxación coxo-femoral izquierda con asimetría de la cadera. En ese momento entendimos el porqué de tanto dolor. Planificamos su entrada en quirófano y hace unos días le operamos.
 
Durante todo este tiempo, Tigo ha conseguido robarnos el corazón a todos los que hemos estado a su lado. A la familia que le rescató, a su niña con la que se llevaba genial y a todos nuestros voluntarios. Aún llora cuando le curamos, pero desprende amor a cada momento. Es inimaginable que un perro que ha pasado tanta hambre y que ha sufrido tanto dolor, sea capaz de tener el carácter que tiene Tigo. Es el perro más bueno del mundo y ha conseguido conquistarnos a todos.
 
Poco a poco ya va apoyando la pata y va recuperando peso y masa muscular. La vida le ha dado una nueva oportunidad. Hoy queríamos que le conocierais. Se llama Tigo y es un superviviente.